“Recién después de los 60 pude darme cuenta de quién era la persona en la que me había convertido”
Jane Fonda nació el 21 de diciembre de 1937. Es muy conocida como actriz, escritora, editora de libros y videos de aeróbic. Tras disfrutar de un enorme éxito como actriz de cine y teatro – que le ha valido numerosos galardones, incluyendo dos Oscar – decidió centrar su atención en el servicio a la comunidad y en la promoción de cambios en la sociedad.
A sus 73 años luce increíble, sin necesidad de forzar una edad que ya no tiene, pero que tampoco añora. De hecho, no es para nada su intención parecer de menos años y lo deja en evidencia cada vez que tiene oportunidad de referirse al tema: “Tengo mi edad y trabajé muy duro para llegar a un punto en la vida en el que me siento fuerte, centrada y en paz –señala la actriz, cuya carrera lleva cinco décadas ininterrumpidas asumiendo desafíos y desplegando su inagotable talento–. La gente reacciona de maneras diferentes frente al hecho de envejecer. Es cierto que los 60 son un punto de inflexión, yo los veo como el último acto. Muchas personas no quieren afrontarlo y fingen que no están pasando por esa etapa, la niegan. En mi caso, pienso que una de las decisiones más inteligentes que tomé fue haber entrado a este último acto, a los 60, muy consciente”, revela Jane.
“Cuando uno envejece, las articulaciones y los huesos empiezan a fallar un poco. Esa parte es un tanto dura, pero la verdad es que psicológicamente no lo encuentro difícil. Por eso, siempre digo: ‘No niegues tu edad, no trates de fingir que eres más joven porque eso va a hacerte infeliz, dándote una sensación de ansiedad y haciendo que muestres al mundo una expresión que no es real’”, reflexiona Fonda, quien se convirtió en un ícono para muchas mujeres que como ella intentan llevar una vida saludable y equilibrada, en armonía entre cuerpo y alma conforme pasan los años. Y agrega: “Lo importante es entender que hay muchos aspectos del envejecimiento que sí son negociables. Cuidar la salud, comer bien, hacer ejercicios y prestarle atención a la piel y su cuidado: cómo limpiarla, qué clase de tratamiento usar. Todas esas cosas minimizan el proceso de envejecimiento”.
A juzgar por su reciente aparición en el Festival de Cannes, sus claves funcionan. Sin embargo, el buen estado físico de Fonda no es nuevo: se sabe que fue pionera a la hora de promover un sistema fitness a través de ejercicios para realizar en casa, editando una amplia serie de videos con rutinas aeróbicas. Pero el cuerpo y la belleza no han sido ni por lejos los únicos intereses de la actriz, quien a la par que crecía en su carrera cinematográfica, decidió aprovechar su creciente notoriedad para participar activamente de distintas causas, tanto sociales como políticas. Una de sus mayores militancias fue, sin duda, en contra de la guerra de Vietnam, donde se declaró a favor de los derechos civiles y pidió el cese de la violencia. Por otro lado, también abogó desde siempre por los derechos de las mujeres y el cuidado del medioambiente. “Las causas humanitarias son algo que realmente me importa. El mundo está en peligro y la juventud debe ayudarnos a encontrar soluciones”, considera. Sus inquietudes la llevaron a escribir una autobiografía en la que enumera sus reflexiones y pensamientos más profundos; la tituló My life so far, y en ella cuenta detalles del “tercer acto” de su vida. “Escribir es algo que disfruto sobre todo lo demás. Cuando escribo voy muy dentro mío para encontrar la verdad. Me hace pensar mucho… Me encantan las cosas que se pueden hacer en soledad”.
Como lo hiciera el poeta Pablo Neruda, Jane Fonda podría confesar que ha vivido y que lo ha hecho intensamente. “Recién después de los 60 pude darme cuenta de quién era la persona en que me había convertido. Esta es la etapa más maravillosa de mi vida y creo que se debe a que tengo confianza en mí misma por el conjunto de todos mis logros y especialmente de mis errores, porque uno aprende más de ellos y son los que nos convierten en mejores personas”, admitió la bella actriz. No obstante, Jane Fonda no se apoya justamente en su imagen a la hora de transmitir un mensaje: “La belleza que crea la belleza no es física, sino la que llevamos en nuestro interior. Es la forma en que uno se siente consigo mismo, llamémosle autoestima. Creo que ésa es la mejor receta para la belleza”, concluye, y sus palabras suenan a confidencia, a consejo, pero también a verdad. Es que se la ve bella, por fuera y por dentro.
(Textos: María Eugenia Sidoti. Archivo: Atlántida)