¿Quién no ha escuchado alguna vez que al corazón le hace bien tener un peso saludable, colesterol y glucemia en valores normales, cuidar la hipertensión arterial, hacer actividad física, etc.? Pero, ¿saben que todo eso también le hace bien al cerebro? Pero al cerebro, además, le hacen bien otras cosas.
Es que envejecer no es sinónimo de deterioro cognitivo e intelectual. Si bien es cierto que existe un porcentaje de personas mayores que presentan deterioro en sus funciones intelectuales, también es cierto que gran cantidad de ellas no.
Hoy sabemos a ciencia cierta que el deterioro cognitivo no es parte del envejecimiento normal y que por lo tanto puede desarrollarse o bien prevenirse.
Uno de los factores que protegen y retardan el deterioro cognitivo es el ejercicio físico
¿Cómo repercute el ejercicio en nuestra salud cerebral? Porque la actividad física- dice el Dr. Facundo Manes– es uno de los aspectos fundamentales a la hora de cuidar la capacidad cognitiva.
Es que “el organismo humano – dice el Dr. Juan F. Hitzig – está diseñado para el movimiento… los que vivimos en una ciudad tendemos a llevar una vida sedentaria, y tenemos que hacer en el gimnasio lo que el hombre que lleva una vida más natural hace espontáneamente”
Toda persona que haya hecho alguna vez actividad física conoce esa sensación tan característica que experimentamos después de un entrenamiento. Gran parte de esa sensación se debe a que nuestro cuerpo produce endorfinas, un conjunto de opioides naturalmente sintetizados por el organismo que tienen un importante efecto para calmar los dolores y modular nuestro ánimo. De hecho, personas que realizan actividad física de manera consistente tienen niveles más bajos de depresión, ansiedad e ira. Existen múltiples vías neurobiológicas involucradas en el efecto de la actividad sobre nuestro cerebro, sus químicos y, en consecuencia, nuestra conducta. Estas vías incluyen la activación de cascadas moleculares de enzimas que favorecen la depuración de depósitos tóxicos en nuestro cerebro, otras que estimulan la formación de factores de crecimiento que ayudan a la formación de neuronas y a la conexión entre éstas.
«Hay un área del cerebro que se llama hipocampo (en la base del cerebro) que se dedica a consolidar la memoria y es lo primero que se afecta en el Alzheimer», explicó Manes, quien detalló que «después de los 65 años estudios demuestran que esa zona (aunque la persona no tenga Alzheimer) se ‘gasta’ anualmente alrededor de un 1%. Y en gente sedentaria que empezó a caminar regularmente, esa zona aumentó de tamaño y eso significa millones de neuronas nuevas. Caminar solamente implica mayores conexiones en el cerebro».
Es que, el ejercicio facilita «caminos» que conectan el sistema nervioso con otros aparatos, tales como el cardiovascular y el digestivo, y genera una orquesta biológica que funciona a favor de nuestra salud en general. Tanto es así, que distintos grupos de investigación demostraron los beneficios del entrenamiento en la reducción del riesgo de desarrollar los síntomas de distintas enfermedades que afectan el cerebro.
Por ejemplo, científicos de Suecia señalaron que personas en edad media que entrenan al menos dos veces por semana tienen 60% menos de probabilidad de desarrollar trastornos cognitivos en comparación a personas sedentarias (según estos estudios, este entrenamiento debe ser de, por lo menos, 25 a 30 minutos y moderada a altamente aeróbico para producir un verdadero efecto).
Recordemos entonces que practicar sistemáticamente alguna actividad física – ya sea caminata, baile, Yoga, Tai Chi Chuan, u otro tipo de gimnasia adecuada a nuestras condiciones y gustos personales – es un factor potencial de protección que puede ayudar a mantener la reserva cognitiva en la vida del adulo mayor. Si a esto le sumamos la estimulación intelectual, una dieta saludable, reducción del estrés, control de los factores de riesgo vascular y el mantenimiento de una vida social activa haremos posible, seguramente, una buena calidad de vida.
FUENTES: vchavez@infobae.com- Dr. Juan Hitzig Cincuenta y tantos